miércoles, 23 de mayo de 2012

EL RETORNO DEL JEDI, O EL OPERARIO QUE NO QUISO SER MERCENARIO


Muchas veces desde este blog he reiterado mil y una veces las conductas (muchas veces inducidas por comportamientos de mandos intermedios o superiores, muchas veces causadas por históricos conflictivos entre trabajador-empresa) que pueden hacer que una organización caiga enferma.

Hay compañías, que por su volumen, su carga productiva, y su liquidez, muchas veces unida a una falsa “excelencia” en la gestión, pueden convivir con ello. Y con ello, me refiero a la actitud de cada uno mirar sólo a su ombligo.

Así es, señores y señoras, estoy hablando, una vez más, de los mercenarios. Que alguna me han preguntado por ellos, “esos son los de la teoría X esa de la gestión de personas, ¿no?”. Que no, que no son. A mi entender, McGregor habla de burros de carga en una cadena de montaje, a los que hay que azotar para que trabajen, con cara triste. Los mercenarios trabajan, y trabajan en todos los estamentos de la organización, pero en busca de un bien personal, sin importar el bien común.

Aclaración terminada, hoy no voy a malgastar más tiempo en ellos. No señor. Hoy, estamos de enhorabuena. Hoy, es El Retorno del Jedi.



Para los que no estén familiarizados con la saga Star Wars, comentaré que un Jedi, a grandes rasgos, era una persona que obtenía su poder de la energía de todo lo que le rodeaba, que siempre estaba dispuesto a dar un “extra” (¡fua!), y que al final, salvaba la situación.

Hace casi un mes realizamos una selección para un puesto vacante como operario CNC en mi organización. Recibimos tropecientos CV´s, unos mejores, otros peores técnicamente. Entrevistamos personalmente a media docena de ellos, aquellos con las aptitudes técnicas idóneas para el puesto.

Los que me conocéis sabréis la guerra que pude dar con que yo lo que quería eran actitudes. Una persona que en su trabajo, se sintiera motivada y feliz con los resultados obtenidos, para él y para la empresa, blah, blah, blah… Lo mejor de lo mejor, Maslow. Si, los reyes de la pirámide. “No lo vas a conseguir, Ian”.

Ayer, esa persona me dio una grandísima satisfacción: me demostró que se podía volver a creer (ya casi me había resignado a que era una utopía, un sueño de personas que conocí aplicable a personas que ya no están aquí) en que hay gente que aún piensa que podemos ganar todos.

Me lo había demostrado, en pequeñas dosis de intentos, que han resultado satisfactorios, de mejorar en proceso de su sección, hasta dominarla casi por completo, en 3 semanas. Su sección. Porque creo firmemente que la considera suya.

Ayer, hacía media hora que lo había mandado a su casa. Miro por la ventanilla de la oficina, y allí me lo encuentro, ayudando a un compañero. “¿Qué haces? ¿No te habías ido casa?” a lo que me respondió “No, me he quedado porque Eneko no puede cargar solo con todas las piezas, y le va a llevar una eternidad”

Has hecho algo más que quedarte amigo operario. Has decidido no ser un mercenario.

Ian Exposito