martes, 24 de marzo de 2009

CAMBIO DE MODELO




Algunas lecciones creo que hemos aprendido con esta crisis económica.

En primer lugar, que hay responsables y culpables. Muchos se enriquecieron haciendo una pelota enorme de mentiras económicas. Lamentablemente, no creo que paguen por ello. Esperemos que no se reproduzca la avaricia, la codicia, el lujo, y la desvergüenza.
En segundo lugar, que no es lo mismo el capital especulativo que el capital industrial. Crear una empresa, responsabilizarse de ella, y sacarla adelante es trabajo, esfuerzo, dedicación y voluntad. Del dueño, de los accionistas y de los trabajadores. Lejos en el tiempo han quedado aquellas empresas donde todos los eslabones eran partícipes del futuro y el beneficio. Hoy, todo ha sido frivolidad. Directivos más empeñados en sus beneficios particulares que en el beneficio global; daba igual la mano de obra o la formación del trabajador; la antigüedad era un problema y no una experiencia. A lo mejor resulta ridículo decirlo en un mundo de negocios: pero también han de existir las reglas del juego, la palabra dada, el compromiso y el contrato, y si mucho me aprietan, el “amor al trabajo”. Por eso, no puede tener el mismo valor un capital especulativo, borracho de avaricia y codicia, que el capital industrial y emprendedor.
En tercer lugar, el mundo ya no es el G-7, ahora es el G-20, o quizás más. Porque también importa lo que diga China, cuyo crecimiento nos espanta o nos hace tambalear, o Brasil, o España.
En cuarto lugar, no estamos todos. Muchos siguen pasando hambre y muriendo ante la indiferencia de los responsables de esta crisis. Espero que no ante nuestra indiferencia. África se mata en guerras, muere de hambre, y se pierde toda una generación sin que nadie ponga fin a tal sangría humana.
En quinto lugar, por fin, hay Política. Y hay políticos. Hasta ahora, habíamos visto cómo se globalizaba la economía, la información o la tecnología. Pero la política seguía estancada en sus reductos nacionales, intentando combatir los vaivenes de los grandes monstruos económicos capaces de desestabilizar una autonomía retirando una fábrica de una punta a otra del mundo. Ahora hemos visto que la Economía también debe ser regulada, controlada, inspeccionada, y espero que la Política esté a la altura de lo que los ciudadanos necesitan.


El capitalismo tiene fisuras, tiene trampas y tramposos, no ha existido la “mano invisible” de Adam Smith, ha existido la amargura y la advertencia de Hobbes: la codicia.


Ana Noguera