Ingeniero, entrenador y ´devora-kilómetros´
Iñaki Alonso, técnico del Real Unión, es uno de los personajes más curiosos de Segunda.
01/10/2009 RICARDO LLAGO Mediterraneo
Vive en Garay, una localidad cercana a Durango, su población natal. Allí toca diana, desayuna y se traslada a Eibar, donde trabaja en TRAINER, una asesoría de pequeñas y medianas empresas merced a su condición de especialista en Reingeniería de Procesos y Mejora Continua. Después, continúa su tournée particular y viaja a Irún, donde cambia el traje por el chándal de trabajo. Todo esto implica tirarse entre pecho y espalda 200 kilómetros al día.
Sus 100 kilos rebosan humanidad. Como futbolista no pudo triunfar, aunque era un medio goleador, pero solo llegó hasta Segunda B. Con 16 años, siendo juvenil, ya entrenaba a los alevines de la Kurutziaga. Luego hizo un máster en dirección deportiva y fue sacando las titulaciones de entrenador. Iñaki Alonso es un hombre tenaz, perseverante, que no deja nada al azar, que da mil vueltas al problema hasta encontrar la solución.
Vive como pocos cada minuto de su profesión y no regatea ningún esfuerzo. Un ejemplo de cómo es el entrenador del Real Unión: en el play-off de la pasada temporada, su equipo jugó un sábado por la tarde ante el Sabadell, al que eliminó. Ni corto ni perezoso, una vez acabado el partido, cogió el coche y se fue de una tirada hasta Alcoy para ver el partido del Alcoyano. Quería tener atados todos los cabos y lo consiguió, porque luego llegó un ascenso que no tuvo tanta trascendencia mediática como la machada de eliminar al Madrid de la Copa.
En su trabajo se dedica a mejorar empresas en cuestión de organización y productividad, y dinamiza a todos, desde el empleado más modesto al director. La cuestión es sacar el mejor rendimiento de cada uno.
Es el entrenador peor pagado del fútbol profesional, pero su intención es vivir de su trabajo en los banquillos. Iñaki Alonso se autodefine como un tipo sencillo, humilde y muy ambicioso, alguien que saca partido a las 24 horas del día como nadie, y aún le queda tiempo para dedicar a su mujer y a sus dos mellizos e incluso para leer libros sobre la inteligencia emocional.
El sábado se enfrenta al Castellón, pero el lunes volverá a levantarse por la mañana y recorrerá más de 200 kilómetros por la A-8 del País Vasco. Es la historia de un ingeniero industrial metido a entrenador.