martes, 5 de enero de 2010

La importancia de la Eskuadra Zarra

Una cuadrilla de eibarreses atrajeron inversiones hacia la villa desde 1910 a 1920. Esta cuadrilla invitó a Eibar a Fermín Calbetón para que ayudara a crear la Escuela de Armería

D.V. 05.01.10 - 03:40 -  ALBERTO ECHALUCE | EIBAR.

La Eskuadra Zarra fue a principios de siglo algo más que una cuadrilla. Existen referencias que en esta cuadrilla aparte de reinar Con una cazuela de sarbuscallos hasta Madridel buen humor, gracias su eibartarrismo, consiguieron atraer hacia la antigua villa importantes inversiones. Entre sus integrantes estaban algunos industriales, todos ellos unidos por la necesidad de crear en Eibar una escuela de artes y oficios.

En sí, la Eskuadra Zarra agrupaba a un elenco de empresarios y vecinos entre los que estaban: Adolfo Zubia, Indalecio Ojanguren, Ignacio Vildosola, Ciriaco Aguirre, Bonifacio Echeverria, Pedro Matauco, Francisco Alberdi, Ramón Iriondo, Nemesio Astaburuaga, Facundo Iturrioz, Francisco Muñoz, Arturo Pertegas, Tomás Echaluce, Eladio Larrañaga, Ildenfonso Irusta, Vicente Villar, José A. Astigarraga, Feliciando Astaburuaga, Segundo Mayora, Bernardo Aranzabal, Julián Aranberri, José F. Anitua, Antonio Labaca, Alberdi, José L. Iriondo, Tomás Irusta, Ramón Gómez, Daniel Arrate, José Azpiri y Pedro Guisasola.

De hecho, más de una vez los eibarreses se han preguntado: ¿Quién o quiénes fueron los insignes que fundaron Armeria Eskola? Según, Pedro Celaya, en un trabajo publicado en la revista Eibar, que dirige Margari Olañeta, «fue Eibar, con su intuición, con su espíritu de honradez, con su sentido progresista, quien sintió la necesidad de la Escuela e intuyó su fundación. Fue intuición popular».

Lo cierto es que era necesidad vital. Porque eran muchos los aprendices, a principios del pasado siglo, que ingresaban en las fábricas y pasaban tres años gratuitamente aprendiendo el oficio. Eibar necesitaba dotarse de una Escuela Profesional. La dedicación de tantos operarios a su trabajo manual vislumbraba la importancia de la técnica.

En sesión municipal del 24 de enero de 1910 se planteaba el problema de la construcción del Banco de Pruebas, en la actual calle Juan Gisasola, y ya se llamaba la atención de poner en marcha el Museo y la Escuela de Armería. Los fabricantes de armas, José Ramón Iriondo y Miguel Anitua, miembros de la EsKuadra Zarra, marcharon a Madrid un 4 de febrero de 1910 para solicitar apoyos al Ministerio de Fomento para la puesta en marcha de la Fundación de Armeria Eskola. Allí, fueron recibidos por el ministro Fermín Calbetón. Otro fabricante, Pedro Goenaga, sentía la necesidad de crear la Escuela de Mecánica y Ajuste técnico-práctica y en sus viajes conoció la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona.

Visitas por Europa

Mucho más les agradó la de Berlín, especialmente el centro de la fábrica de maquinaria Loeme. Pero fue en Lieja, donde Goenaga acompañado de Acha Belaústegui, conoció la Ecole d'Ármerie, experiencia en la que se basó el centro eibarrés. La cuadrilla, la Eskuadra Zarra. que reunía a empresarios, invitó al ministro Fermín Calbetón un 23 de julio de 1911 a comer a Olarreaga para que diera su último impulso a la creación de la Escuela de Armería. En aquel banquete Fermín Calbetón dijo. «Algo importante empieza a desarrollarse en estos momentos para Eibar. El nombre de Eibar -prosiguió- es conocido en el mundo entero por la industria, porque el obrero eibarrés, a fuerza de hábito, hace cuanto hace el extranjero y lo supera en muchas cosas. Y cuanto esta Escuela de Armería sea un hecho y el aprendizaje manual se una al científico, entonces dará un gran paso en su industria».

Una vez conseguido su apoyo, el 1 de julio de 1912, en un Pleno presidido por Nemesio Astaburuaga, se pidió la implantación de una Escuela de Armería. En 1912 se nombró la primera Junta Administrativa de la Escuela y comenzando a llegar las primeras ayudas. La Diputación anunció una subvención anual de 3.500 pesetas. El Senado donó 12.000 pesetas.

Con Fermín Calbetón

Todo ello, fue posible a aquella cuadrilla, la Eskuadra Zarra, que reunía a empresarios de la localidad, todos ellos juntos en un ambiente de sana camaradería. Su insistencia para la petición de ayudas al senador y después ministro, al donostiarra, Fermín Calbetón, hizo posible la consecución de la primera piedra para la puesta en marcha de la Escuela de Armería.

El Ayuntamiento dedicó la céntrica calle y paso de la N-634 a Fermín Calbetón y el escultor Carlos Elgezua realizó también la figura que hoy está en la Alameda de Deba. Calbetón nació en San Sebastián, el 4 de septiembre de 1853 y falleció en Madrid el 4 de febrero de 1919. Fue abogado y político, ministro de Fomento y ministro de Hacienda durante el reinado de Alfonso XIII . Licenciado en Derecho en 1877 tras estudiar en Madrid se dedicó a la docencia tras lo cual marchó a Cuba, por aquel entonces colonia española, donde hasta 1887 ocupó la cátedra de Hacienda Pública y diversos cargos La importancia de la Eskuadra Zarrapolíticos. Fue elegido senador por la provincia de Guipúzcoa. Posteriormente fue reelegido senador por Guipúzcoa durante la legislatura 1901-02. Fue embajador ante la Santa Sede con Pío X.

Con una cazuela de sarbuscallos hasta Madrid

A la cuadrilla Eskuadra Zarra le gustaba el buen vivir y las comidas en el arbolado de Olarreaga, cerca donde hoy está la Universidad laboral. En esas reuniones se hablaba de lo divino y de lo humano, de la política y también les preocupaba el progreso de la ciudad. Para conseguir la construcción de una escuela de oficios armeros e industriales, después Escuela de Armería, se invitó incluso a Fermín Calbetón, para que comiera con la Eskuadra Zarra en aquél arbolado. Quedó tan prendado Calbetón de los sarbuscallos del río Ego que incluso los integrantes de la cuadrilla Eskuadra Zarra prometieron la celebración de otra comida con aquellos exquisitos sarbuscallos. Se había conseguido convencer a Fermín Calbetón para que apoyara la creación de la Escuela de Armería, pero el dinero no llegaba a Eibar. De esta manera, la Eskuadra Zarra encomendó a Tomás Echaluce que fuera en tren, desde Zumarraga a Madrid, con aquél regalo para entregarlo a Calbetón. La fatalidad fue tal que cuando Echaluce accedía a las cercanías del despacho de Calbetón, con su cazuela, se produjo el asesinato del político Eduardo Dato. La policía detuvo, de inmediato, a Echaluce por creer que llevaba una bomba escondida, pero cuando contó que iba a entrevistarse con Calbetón fue puesto en libertad, gracias otra vez, a la intervención del ministro donostiarra.

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