miércoles, 21 de julio de 2010

Mi idea es... ¿innovadora?

Cuando hace días atrás un compañero me comentaba sobre su proyecto y cómo le iba con el mismo, me vino a la mente el recuerdo de todas aquellas veces que pensé tener la idea del millón de Euros.
Sí, no me digan que no, a todos nos pasó alguna vez.Todos quienes tengan mentalidad emprendedora (o que al menos se pusieron a pensar en alguna idea de negocio que reporte ganancias) alguna vez pasaron por esto. Se trata de un fenómeno que podríamos llamar algo así como la "ilusión del emprendedor". Este fenómeno consiste simplemente en pensar que la idea que se nos ocurre será la próxima gran idea o el próximo gran negocio que estará en tapa de todos los medios. ¿Es malo o bueno que esto suceda? Tal vez ambas cosas...Por un lado, si nos ponemos a pensar, es esta ilusión la que de alguna manera moviliza al emprendedor a crear su propio negocio. Pero por otro lado, en ocasiones perdemos tiempo innecesariamente pensando en una idea con pocas perspectivas, y generalmente la ilusión se termina antes de empezar el mismo emprendimiento. A medida de que razonamos más y más en torno a la idea nos damos cuenta de sus deficiencias y vemos que en realidad, aquél producto o servicio que se vendería sin parar resulta ser precisamente, sólo una ilusión.
Lo peligroso es cuando intentamos seguir adelante con una idea no probada previamente, es decir, una idea no razonada.Aqui es donde se puede ver a primera vista la importancia del plan de negocios, entre otras cosas, como herramienta de formulación y reformulación de ideas antes de como herramienta de comunicación de las mismas. Es el plan de negocios (o más precisamente, su estructura) la que nos fuerza a razonar sobre cada aspecto de la idea, y es allí donde vemos las primeras carencias de la misma. Ojo, que tenga carencias no significa descartar la idea, sino encontrar la forma de implementarla para que se convierta efectivamente en un negocio exitoso.Es tratando de realizar el plan de negocios donde vemos la complejidad de la idea por más sencilla que la misma parezca. Sí, la idea no es simplemente respecto al producto (o servicio), sino también respecto a la forma de venderlo, a qué precio, mediante qué método, contando con qué personal, qué estructura, qué acceso a otros recursos, etc.Ver la complejidad de la idea nos ayuda a entender también que la innovación no necesariamente está en el producto (o servicio) en sí mismo, sino que puede estar (también o directamente en) la forma de venderlo, la forma de enviarlo, la forma de cobrarlo, la forma de ofrecerlo, los lugares donde ofrecerlo, etc..
Por todo esto, cuando sea el momento de desarrollar la idea de negocio propia hay que ser cautos. A primera vista la idea puede parecer atractiva, pero basta seguir razonando para darnos cuenta de que la misma tiene sus carencias, en ocasiones tan graves como para que la misma sea descartable (aquí hay que agregar que una idea no oportuna no es descartable, sino que quedará en mente hasta tanto sea el momento de llevarla a cabo).Por lo pronto, para que cada uno pueda desarrollar su idea propia, creo que el principal consejo que daría es "no pierdas mucho tiempo elaborando una idea solo". Con esto no quiero decir que a uno solo no se le pueda ocurrir algo, sino que el aporte que puede hacer el punto de vista de otra persona es incalculable. En el 50% de las ideas que se nos ocurren estamos parados frente al defecto de la misma y no nos damos cuenta por estar sesgados por aquella "ilusión del emprendedor". Por esto siempre tenemos que tratar de compartir la idea con alguien, para tener su opinión. Incluso la misma charla al respecto nos puede servir para mejorarla.Por último, resta por decir que, si la idea es realmente innovadora, no se preocupen: el resto de las cosas necesarias para desarrollar el emprendimiento seguramente aparecerán pronto con un poco de trabajo adicional.
Jordi