1 Transformar rutina en innovación
2 Usar estrategias "PDCA": Planificar, Hacer, Medir, Actuar
3 Ser capaz de imaginar el éxito cada mañana.
4 Aceptar que la vida es cambio y que esos cambios plantean nuevos y más apasionantes retos y oportunidades (en lugar de nuevas y más oscuras amenazas). Hacer de la innovación rutina
Estas frases podrían formar parte del decálogo del buen emprendedor… si es que existiera. Pero en realidad, no existe un decálogo del buen emprendedor. Existe un modo, un estilo de vida emprendedora... y estas "ideas" deben formar parte de ella.
Parece que una actitud innovadora pudiera forma parte del ánimo emprendedor o quizás sea la actitud emprendedora la que forma parte de la innovación. El caso es que el uno es difícil de alcanzar sin la otra y la otra no se encuentra sin el uno, como veremos a continuación.
Innovar no es sólo el resultado de destinar grandes recursos (humanos y económicos) en cuestiones que están en la vanguardia del conocimiento humano, tales como el genoma, la física de partículas o la investigación aeroespacial. Innovar no es, ni siquiera, únicamente el resultado de una labor investigadora (ni de su desarrollo posterior). Hay innovación en un nuevo enfoque, en la creación y aplicación de nuevos métodos, en nuevas formas o procedimientos, en ver lo que nadie ha visto pero que está ahí, en tener fe y creer en lo que nadie cree.
Pero, ¿acaso no es ésa la esencia del emprendedor? ¿no definimos al emprendedor como aquél que está abierto a nuevas ideas y que además cree en ellas y las pone en marcha? Es cierto, no todo emprendedor ha de ser innovador, pero sí es cierto que el mejor modo de emprender es aplicando una visión innovadora. Y también es cierta la fórmula contraria, es decir, innovar implica emprender (como diría un matemático: tener ánimo emprendedor es una condición necesaria, pero no suficiente, para innovar).
Pero si emprededurismo e innovación se encuentran tan relacionados, ¿por qué no se busca y se promociona ese ánimo emprendedor como camino hacia la innovación, en lugar de premiar -financiar-, únicamente, iniciativas mucho más costosas de investigación y desarrollo? Eventos como el Día del Emprendedor deberían servir para potenciar (y premiar) este ánimo emprendedor y ese espíritu innovador (también en empresas maduras). Esperemos que la iniciativa tenga la continuidad y el apoyo de las autoridades que se merece.
Finalmente, una reflexión acerca de un tema muy de moda: Algunas empresas de los sectores "tradicionales" , tras una o dos generaciones de emprendedores parecen haber caído en la rutina y en la pérdida del espíritu emprendedor/innovador con el que comenzaron. Si esta actitud se prolonga durante un periodo de tiempo lo suficientemente largo, la organización entra en una dinámica de desánimo y decadencia crónica que, lenta e inexorablemente, la conducen a una muerte por inanición. Es decir, la extinción del ánimo emprendedor conduce a la desaparición del espíritu innovador y finalmente, una organización, extenuada, y con la capacidad de adaptación de un trilobite termina extinguiéndose ante los cambios del caprichoso y exigente mercado.
¿Acaso la competencia Asiática provocará una "Gran extinción"? Aún no disponemos de suficiente información, pero, en todo caso, se nos plantea una alternativa: ¿extinción o mutación?
O, dicho de otro modo, adaptarse o morir.
Ánimo emprendedor e innovación y una pequeña dosis de proteccionismo, se me antoja como la única receta para competir -sobrevivir- en el nuevo mercado.
Jordi
jueves, 15 de julio de 2010
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