miércoles, 21 de marzo de 2012

SOBRE EL "COMERCIO JUSTO"

Desde hace ya algunos años, podemos encontrar en nuestros supermercados una serie de productos con la etiqueta de "comercio justo". Alguna vez se me ocurrió preguntar, o informarme acerca de qué era esa etiqueta que, de alguna forma, nos insinuaba que comprando ese producto, y no otro, hacemos justicia.

"Esa etiqueta indica que los trabajadores de los países productores no son explotados" fué la primera idea más o menos real que tuve acerca del tema, y no le di muchas más vueltas, hasta que me encontré con éste documental. Al terminar de verlo, y tras el ensayo de Pamela, que cada uno juzgue sobre lo que es justo en el mercado...


http://www.youtube.com/watch?v=OYDyCuh49_I
(he intentado subir el documental directamente, pero su tamaño es excesivo, de modo que debe visualizarse desde youtube)


ENSAYO SOBRE EL COMERCIO JUSTO y EL COMERCIO JUSTO A CUALQUIER PRECIO por Pamela Casahuaman


Parece que la práctica del comercio justo es un gran apoyo al desarrollo sostenible de los países productores y más concretamente a la calidad de vida y las condiciones de trabajo de los pequeños productores, tradicionalmente aplastados por las grandes compañías.

Al menos, eso es lo que nos venden Fairtrade o Max Havelaar, como sus mayores expositores.

Pero, ¿Qué significan estos sellos? Y más importante aún ¿Qué es realmente el comercio justo?

El comercio justo como tal es una alternativa de comercio, principalmente conocida por la eliminación de intermediarios que no aportan valor añadido al producto y que defiende principios tales como la igualdad, el rechazo a la explotación infantil, el cuidado del medio ambiente, la calidad del producto etc.

Los productos elaborados bajo estas condiciones los podemos encontrar en distintos establecimientos, siendo su presencia cada vez mayor, ya que efectivamente se trata de un negocio en alza como nos muestra el documental “Comercio justo a cualquier precio”.

En dicho documental nos cuentan como en Francia algunos grupos de supermercados tienen secciones enteras dedicadas a estos productos, alcanzando cifras de negocio en crecimiento del 40%. En estas secciones encontramos productos de todo tipo, provistos de cada vez más etiquetas (producto solidario, agricultura biológica, Max Havelaar…) que nos informan de su origen y país de procedencia, entre otras cosas.

Precisamente una de estas etiquetas Max Havelaar tiene una especial relevancia como sinónimo de representante del comercio justo. Max Havelaar no es ninguna persona, si no el protagonista de una novela con los principios que protege el comercio justo, y cuya labor no es más que la de organizar. Ni comprar ni vender.

Tal y como se nos explica en el ya mencionado documental, Max Havelaar se dedica a certificar bajo el sello de comercio justo cooperativas de pequeños agricultores mayoritariamente de los países del sur o en desarrollo, previo pago. Éste es uno de los puntos en el que el espectador se cuestiona la fina línea que separa el negocio de la filantropía en todo el proceso del comercio justo.

Al igual que toda entidad certificadora, sirve para dar una mejor imagen al producto, que normalmente tienen un precio mayor a sus homólogos y el supermercado se lleva un porcentaje menor sobre el precio del producto, el margen sigue siendo el mismo. Es más, teniendo en cuenta la imagen filantrópica de la marca, ya hemos visto que se trata de un negocio en alza.

Además, éstos productos poseen ciertas concesiones frente a sus homólogos tales como presencia en stands gratuitas, devolución de excedentes gratuitos… lo cual nos hace pensar en la desventaja competitiva para el resto de los productos, además de dejarnos una evidencia obvia: el supermercado no aceptaría tales concesiones si no fuera una oportunidad de negocio redonda, tanto para el vendedor, como para la entidad certificadora, a la cual se unen cada vez más cooperativas.

Mirando al pequeño productor, que bajo la mirada filantrópica era el original beneficiario de todo este tinglado, vemos que realmente nada cambia. El agricultor a pie de campo ni siquiera sabe lo que es el comercio justo. La diferencia visible sobre el comercio tradicional reside en que efectivamente gran parte del dinero sí se queda en el país productor, pero en marcas comercializadoras autóctonas.

En el caso del cacao bajo denominación de comercio justo de la comercializadora ecuatoriana Fedecade y su contrato con la empresa suiza Pronatec, ni siquiera pudieron respetar el precio y los plazos, ya que habían mandado su producto (escaso por las condiciones climatológicas) a Carrefour, con la respectiva perdida de Pronatec en sus relaciones con sus clientes. Al final, la “mafia” pasa de ser el último al primero de la cadena.

Al final de la exposición nos hablan del caso de las flores bajo la misma etiqueta que venden en el mismo supermercado, dándonos 2 informaciones clave fruto de la investigación (que parece que Max Havelaar “dejó” escapar u obvió…): Aquel tipo de flores también eran producidas por pequeños agricultores en el propio país y más importante aún, aquellas flores certificadas no procedían de pequeños productores sino de una gran compañía floristera.

Y es que efectivamente, esta práctica tiene una parte de comercio, y una parte de justo.