Pongo ésta magnífica pieza de Hans Zimmer y me pongo a escribir. Escribo en
vísperas de aquel que fue el peor día de mi vida. Ya van a ser 2 años desde que
nos dejó Jose Manuel Exposito. Estos días he reflexionado mucho sobre todo lo
acontecido en éste tiempo, en los hechos y las personas, las personas y los hechos, los triunfos, las desilusiones, los fracasos, y vuelta a empezar.
Parece que todo
sigue igual, pero sin embargo, todo ha cambiado. Al menos para mí. Algunos,
puede que ya incluso ni se acuerden de él, de quién era, de lo que significaba,
de lo que hacía, y de lo que hubiera hecho de tener más tiempo.
No pudo ser, se
le agotó, sin darse cuenta. Ni el ni nadie, no nos dimos cuenta. Ya no hay
sueños que cumplir, proyectos que llevar hacia adelante, tiempo para amar.
Mediante estas
líneas, y lo que cuesta escribirlas, echando con un ojo la vista atrás pero sin
entretenerme mucho, y con el otro mirando para adelante, no me queda más que
pensar:
¿Aprovechamos
nuestro tiempo? ¿Somos realmente conscientes de que es lo más valioso de lo que
disponemos, y sin embargo es lo único que una vez perdido no se puede volver a
recuperar?
Creo que todos
aquellos que lo conocimos nos encontramos en el deber moral de aprovechar al
máximo, en todas las facetas de nuestra vida, el tiempo que nos queda, y que
desaprovechamos al no saber cuánto queda en nuestras reservas.
Hagámoslo por
nosotros, recordando a quienes se han ido y no pueden hacerlo, y contémosles lo
que hacemos cuando nos los encontramos en nuestros sueños, y en lo más profundo
de nuestro corazón.
Siempre te
querré, y ella también.
Créeme que lo
intento.