lunes, 4 de abril de 2011

EL SER HUMANO, ESE GRAN ESTÚPIDO. Parte 2

Peliagudo el tema del dinero. Marca nuestras vidas, actuaciones, relaciones y valores, hasta el punto en el que pueda reducir nuestra esencia como personas y nuestra humanidad a 0. Pero tampoco sabemos vivir sin él…



Veamos esta definición de dinero:

“Sustancia que segrega la sociedad, que al igual que las hormonas en el cuerpo humano, permite controlar ciertos aspectos del metabolismo del mundo, tales como corromper almas humanas innecesarias, desplazar (e hinchar/deshinchar) individuos, pulir corteza terrestre y financiar abominables y ridículamente insultantes anuncios de televisión.”

Ésta definición, creada como broma, nos dice grandes verdades de lo que sucede en el mundo.

En nuestras empresas, más de lo mismo. De hecho, he creado (aún sin registrar, no soy tan pretencioso) un nuevo concepto, que alude a un ser que nos encontramos a menudo:

“El Operario Mercenario”.

El operario mercenario es un ser que se negará a realizar cualquier acto que se salga de su actividad cotidiana bajo un lema archiconocido: “Yo trabajo por dinero”. Obvio. Como todos. El problema, y lo que los hará merecedores de éstas líneas, viene cuando “sólo” trabajan por dinero, y centren en ello sus vidas.

Quedarían mejor con todo el mundo (incluyendo ellos mismos) y tendrían más oportunidades de promoción (y permanencia, ya que si no son “los mejores del mundo” haciendo su tarea cotidiana a la que van a limitarse no los quiero ni regalados) si hicieran lo que se les pide siempre y cuando no sea degradante u ofensivo, simplemente, por el bien de la empresa de la que son parte, por crecer como profesionales, por aprender o como parte de su ética, moral, u objetivo en la vida y modo de pensar y actuar, etc.

De entre los operarios mercenarios hay 2 tipos: Los del “Yo trabajo por dinero” y los del “que lo haga Fulanito, que para eso cobra más”.

Los del primer tipo, seres vacíos pero protegidos por la constitución, con una visión que no comparto pero totalmente valida y lícita, son los auténticos mercenarios. Ellos, la misión a cumplir, y el dinero. Como los de las películas, vamos. Tienen su deber marcado, y no se salen del plan. No harán más, pero si te descuidas, sí menos. Si tenemos suerte, y nos encontramos con el mercenario bueno de la peli, podremos adquirir con él a raíz de su buena labor un compromiso buscando más allá de sus valores actuales y localizar una motivación superior, y salvarlo del triste destino de los mercenarios malvados de las películas, que siempre acaban mal parados.

Los del segundo tipo, son los que se llevan el galardón al Estúpido del Día.

Estos señores y señoras intentarán justificar por todos los medios que su desempeño “es el que es” unido por una fórmula-matemático-psicológica a la nómina de Fulanito. Y no vas a poder convencerles de que no tienen que mirar al césped del vecino (que siempre verán más verde), sino mirar al suyo propio, y a las razones de su sequía. “Pero es que yo también puedo hacer las cosas que hace él, y cobro menos…” pues ya puedes empezar a hacerlas, eso sí, poniendo la manita para pedir después, y no antes!

Más cositas a saber de nuestro Estúpido del Día:

Existe un experimento relacionado con estos individuos. Más o menos venía siendo así (las cifras son de mi cosecha, lo importante es que se capte la idea):

-A un grupo de personas, mediante los protocolos de elección y seguimiento que sirven para validar los experimentos, se llevan a terminar decidiéndose por una situación a) y una b):

Situación a) Cobrar 80000 mensuales siendo el que más cobra del grupo. Situación b) Cobrar 100000 y ser el que menos.

Como imaginareis, por la línea que lleva este escrito, acabó predominando la opción a).

Así de estúpidos podemos ser. No nos importa cobrar mucho o poco, sino cobrar más que el vecino, o en su defecto, parecer cobrar más que el vecino. Y el maldito de él te lo pone difícil: Se ha comprado un Mercedes. Mañana se lo rajo de puerta a puerta. Grrr!

En este punto ya no importa lo que tú tengas, ni cuánto necesitas para ser feliz. Vivimos marcados por el tamaño de la cartera de el de al lado, sintiéndonos orgullosos si la nuestra es más grande y desgraciados cuando se compra un Mercedes.

EL DINERO, LA ENVIDIA Y LA ESTUPIDEZ HUMANA, SON, SIN DUDA, 3 AMIGOS QUE VAN DE LA MANO.

Puede que tu vecino sea un mercenario, y haya hecho lo inhumano para comprárselo, haya movido bien sus cartas, y haya conseguido todo ese dinero que lo hace funcionar como trabajador y persona.

Seguramente, (y Dios no lo quiera) el día que tenga un accidente y se encuentre boca-abajo viendo la luz al final del túnel, pensará en todo lo que podía haber hecho y no hizo, en todo lo que pudo haber compartido, ayudado, aprendido y enseñado… y se morderá la lengua por haber invertido todo ese precioso tiempo en meter horas extras o lo que fuera para comprar su flamante chatarra.

Si, ese mismo tiempo que antes comparaba con oro. “Mi tiempo vale dinero”, “Mi tiempo vale oro”… Te equivocas amigo, vale mucho más.

Nota: No sufráis más por dinero. Dádmelo a mí. No merece la pena, siempre que tengáis la barriga llena y durmáis caliente. Si queréis desprenderos de semejante mal, no os preocupéis. Yo me llevaré vuestro sufrimiento, me sacrificaré por vosotros, seré vuestro Jesucristo particular. Así de generoso soy, y sin pediros dinero a cambio!

Ian Exposito