jueves, 17 de diciembre de 2009

Aproveche la cena de empresa para fumar

Antes de que el Gobierno nos marque con su dedo acusador y nos quite el chuletón porque tiene grasa, las gambas por aquello del colesterol, el alcohol porque castiga el hígado, el tabaco porque nos ensucia los pulmones...

¿Y el sexo? Seguro que Zapatero también inventa algo, porque no creo que nos deje disfrutar de gratis. Dice que lo hace por nuestra salud, pero no sé yo qué será peor, si morir por el tabaco o por una pulmonía en la puerta del bar.

¡Con lo rentable que le salen al Estado los apestados fumadores! Pagan más impuestos que los no fumadores y además se mueren antes, con lo que consumen menos pensiones que los venerables ancianos de pulmones limpios. Está muy bien eso de respetar los derechos de los que no fuman, pero ¿por qué los fumadores no pueden disfrutar de un espacio donde puedan darle al vicio sin que les molesten los tocapelotas antihumos?

Porque no crean que se van a quedar ahí, el afán del poder por recortar nuestra libertad no tiene límites. Ahora nos echan de los bares y restaurantes, luego no podremos entrar en plazas y parques, y terminarán por prohibirnos fumar en nuestra propia casa. Si aceptamos que Zapatero y la Trini pueden interferir en la vida de las personas y hacer lo que quieran si es en nombre de nuestra salud, al final no nos dejarán ni coger el coche, ni volar en avión, ni salir de casa porque se nos puede caer un tiesto en la cabeza y matarnos.

Parecería que Zapatero va con el enemigo, porque en medio de la crisis más virulenta que ha padecido el país, no se le ocurre otra cosa que dar una patada en los eggs a los 240.000 bares y restaurantes que existen en España y al millón de personas que malviven gracias a la hostelería. Supongo que tendrá que crear un cuerpo de policías antihumos que detengan y esposen públicamente al viciosillo del pitillín.

Habrá que aprovechar entonces para disfrutar en la cena de empresa, los que la tengan, porque la cosa lúdica ha ido menguando. Primero nos daban una cesta con un jamón pata negra, luego se quedó en una paletilla, hasta que el directivo de turno dijo que este tipo de regalos era paternalista y propio de otros tiempos, y desde entonces no nos dan ni el hueso.

Con la cena de empresa ha ocurrido algo parecido. Al principio íbamos de sentados en un restaurante de nivel, luego nos quitaron las sillas y lo hicieron tipo cóctel, con lo que había que hacer malabarismos para sujetar con una mano el plato de ensaladilla y con la otra la cerveza, el cuchillo y el tenedor. Más de uno le hubiera estampado el plato en la cara al presidente cuando todavía sobrio agradece a todos el esfuerzo realizado durante el año para que la empresa obtenga buenos resultados. Esto se le olvidará cuando vayamos a su despacho a pedirle una subida de sueldo.
Pero no nos distraigamos de nuestro objetivo, porque en la cena de empresa tenemos que triunfar.

Los hombres, como somos tan básicos, iremos con traje de Zara -¡por favor, no vayas en vaqueros, como hiciste el primer año!-. Las mujeres son más sofisticadas: traje negro vaporoso, las clásicas transparencias marcando curvas, y un seductor top debajo de un escote generoso. No se te ocurra ir con escotazo porque va a parecer que estás pidiendo que te asciendan. Si optas por la socorrida camisa blanca, acompáñala de una buena minifalda con medias de fantasía y unos tacones imposibles, de esos que nunca te pondrías para ir a la oficina.

Nos tomaremos un bocadillo de jamón a media tarde para evitar el bochorno de que nos vean pescando canapés al vuelo, y para que las copas no nos pillen con el estómago vacío. Antes del pachangueo, del matasuegras y del gorrito de Papá Noel hay que hacer los deberes: «¡Qué buena idea ésta de la cena de empresa, señor Fernández, cómo se nota que ha sabido hacer usted un gran equipo!» (si supiera la de puñaladas que le damos a sus espaldas).

Con el momento copas llega el desmadre. No te olvides de que sonreír y mirar a los ojos son las claves de la seducción. Haz un poco el saltimbanqui con La Conga de Jalisco y con Paquito el Chocolatero para demostrar que eres una persona alegre y divertida. Luego depende de tí el que seas capaz de intimar con la del departamento de Publicidad y terminar la velada en un coche con los cristales empañados.

Si te ocurre como a mí, te veo a las 4 de la mañana intentando pelearte por un taxi con unos cuantos miles de zombis como tú. Has sobrevivido a la cena de empresa, aunque ya verás la bronca que te espera cuando llegues a casa. El año que viene repetimos, si Zapatero nos deja.

Publicado el 16-12-2009 , por Manuel del Pozo. Expansion.com

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