martes, 24 de febrero de 2009

Sacar partido de la crisis


En momentos de dificultades económicas las organizaciones se ven obligadas a buscar nuevas maneras de afrontar sus problemas, por lo que dedican un mayor esfuerzo a la innovación que, además, tiende a ser más exitosa en épocas de crisis.

La tradición oriental nos presenta el Yin Yang como una manera de encontrar la relatividad, de ver que todo en la vida tiene su opuesto y que nada es totalmente puro. Este concepto supone un motivo de esperanza en tiempos de crisis, nos hace ver que no todo es negro, sino que al otro lado está la luz, que no tenemos por qué caer en picado, sino que a veces, como los gatos, también se puede caer de pie.
Sólo tenemos que ver el lado positivo dentro de lo negativo. Clayton Christensen, profesor de la Harvard Business School, mira con optimismo la tormenta y vislumbra algunos rayos de sol: "Creo que la crisis financiera va a tener un profundo efecto positivo en la innovación", afirmaba en una entrevista concedida a The Wall Street Journal.
Y es que para él una de las cruces del éxito en la innovación es que las compañías pueden llegar a estar tan comprometidas con la innovación que le dedican grandes cantidades de dinero, sin tener en cuenta que el 93% de las innovaciones que consiguen triunfar comenzaron en la dirección equivocada. "Por eso, si das a las personas mucho dinero tienen el privilegio de continuar con la estrategia errónea por mucho tiempo. En un entorno donde tienes que sacar la innovación adelante rápidamente y con un coste bajo, la probabilidad de que tengas éxito es mucho más alta".
Con esta teoría, la crisis se convierte en un motor que fomenta la creatividad de las personas y su ingenio para idear nuevas maneras de salir del apuro. "Ahí es donde las personas están realmente mucho más abiertas para replantearse las bases sobre las que construyen sus negocios". Y es que la prosperidad puede a veces alejar a los innovadores de la realidad del mercado.
Christensen se atreve a hacer incluso una predicción, afirmando que en cinco años comenzaremos a ver los efectos innovadores de la crisis, aunque para dentro de dos probablemente ya notaremos la diferencia.
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