sábado, 13 de junio de 2009

LA CRISIS


Los directivos que despiden personal desarrollan problemas emocionales y físicos

Los directivos también son humanos, como demuestra un estudio elaborado por las universidades de Puget Sound y Colorado. Este informe revela que los directivos que tienen que despedir a sus empleados tienen un mayor nivel de depresión y estrés que los que no lo hacen y, además, corren un mayor riesgo de desarrollar una cierta insensibilidad hacia los demás.


Muchos directivos sufren problemas de sueño o cansancio emocional cuando tienen que despedir a los trabajadores, algo que desgraciadamente se repite a menudo en tiempos de crisis. El problema se debe a que socialmente está asumido que quienes son despedidos deben recibir ayuda, pero no se ofrece la misma asistencia a los que tienen que despedir, lo que puede mermar sus condiciones físicas y mentales.
El estudio, titulado "Dirigir en tiempo de crisis: el impacto de los despidos en los directivos de primera línea" se realizó entre 400 directivos de la compañía Boeing, que reconocieron haberse convertido en personas insensibles o emocionalmente dormidas. Y es que además de los problemas de sueño, muchos directivos desarrollan mayores niveles de depresión y agotamiento emocional.
En ocasiones, estas situaciones llegan incluso a traducirse en problemas físicos como úlceras, dolores de cabeza o problemas cardíacos. Por todo ello, muchos de los encuestados afirmaron que en las temporadas de crisis o en que hay que ejecutar despidos procuran no tener mucho contacto con los trabajadores hasta que la situación se estabilice.
Responsabilidad colectiva

Para evitar que los directivos carguen con toda la responsabilidad, es importante que la empresa presente los despidos como una decisión colectiva, ya que esto contribuye a reducir el sentimiento de culpa y el estrés de los que tienen que hacer efectivo el despido.
Sin embargo, los expertos recomiendan siempre que los procesos de despido se lleven a cabo cara a cara porque cuando se despersonalizan a través de cartas o e-mails, se evita el mal trago al directivo, pero se generan reacciones antagónicas entre las personas que se van y las que se quedan en la empresa y eso empeora la situación.

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